El puente está documentado desde el siglo XI, aunque es posible que el trazado inicial fuera otro que el actual. Varias riadas afectaron el puente de modo que fue necesario reconstruirlo, reformarlo o repararlo a menudo utilizando piedras naturales del lecho del río Fluvià. Las torres y el portal del puente, que servían para defender el acceso a la ciudad y para cobrar un peaje en la Edad Media, fueron derribadas en 1880. En 1939, durante la Guerra Civil Española, la voladura de dos arcos dejaron el puente en un muy mal estado, hecho remediado tras la reconstrucción llevada a cabo entre los años 50-60 del siglo XX.
Se trata de un puente formado por ocho arcadas desiguales grupadas en dos tramos en ángulo. Mide 105 metros de largo y 30 metros de alto. El portal de acceso, fortificado, está situado encima del primer pilar, cerca de la muralla, mientras que la torre fortificada, de planta hexagonal y con aspilleras en la cima, está ubicada en la parte central, sobre el quinto pilar.